Hace casi 9 meses decidimos repetir la experiencia de tener un bebé. Creo que sólo gracias a que ella, mi hija, es tan increíble se me pasó por la cabeza repetir 😉 pero lo cierto es que lo hicimos. Estamos a unas dos semanas del gran día mientras escribo estas líneas, lo que indica que ya estoy harta de la espera, estoy harta del verano (¡Con lo que me gusta!) y que ya no me muevo lo que se dice demasiado, por lo que el poco tiempo que mi hija pulula tranquila y distraída lo dedico a concienciarme y a hacer listas de propósitos factibles (espero).
Una de las cosas que más me preocupan es ella, claro, la que ya pulula independiente, confiada y satisfecha con la vida. ¿Cómo se lo va a tomar? ¿Sufrirá? ¿Qué puedo hacer para que sufra menos? ¿Será capaz de explicarme sus sentimientos? Ella sabe que algo “gordo” se avecina, no hay más que ver mi tripón que disfruta pintarrajeando todo el día con sus rotuladores 😉 , pero ¿Es consciente de la magnitud de la “tragedia”? En fin, estas son sólo algunas de las preguntas poco originales (lo reconozco) que me vienen a la cabeza. Entonces me armo de valor y positivismo, y elaboro mi lista de propósitos, o más bien, una lista de cosas-que-no-quiero-decir-ni-hacer-sentir a mi hija cuando la “pequeña usurpadora de atención” llegue berreando pañal arriba-regurgitación abajo.
Y sin más dilación, ahí van mis propósitos con mi pequeña-niña-“mayor”:
- Seguir dedicándole tiempo en exclusiva y/o compartiendo actividades juntas y solas como hasta ahora ( o menos, pero por lo menos alguna)
- No compararla
- Ella no es ni será la canguro ni la madre de sus hermanas, los padres somos nosotros y la obligación de cuidarlas es exclusivamente nuestra
- Ser consciente siempre de que sigue siendo una niña pequeña, que haya gente más pequeña no la convierte automáticamente en mayor de lo que es
- Ser tolerante con sus cambios de humor-celos-pataletas o lo que pueda venir y darle tiempo, amor y paciencia infinitos
A grandes rasgos esos son mis titulares, mis grandes propósitos de comprensión, paciencia, y amor incondicional (para esto no tengo que esforzarme, claro está 😉 ). Lo que realmente quiero es que ella siga sintiendo que puede contar con nosotros, con todos nosotros, que puede estar enfadada o contenta que la vamos a querer igual, que tiene derecho a expresarse, a quejarse o a sentirse triste, igual que cualquiera de nosotros y que no por ello vamos a quererla menos, al contrario, que cada día que pasa, aunque parezca imposible, la queremos más y así va a seguir siendo. En definitiva, que su trabajo no es otro que el de ser una niña feliz que quiere y se deja querer y que crece al ritmo que necesita, ni más ni menos J ¿Lo conseguiremos? 😉