¿Has contado el número de veces que les dices “no” a tus hijos a lo largo del día? Hace tiempo que quería escribir esta entrada, pero cuando el otro día leí en Bliss Family que el promedio de noes que recibimos a lo largo del día suman la escalofriante cifra de 37 me dije a mí misma que no podía pasar una semana más sin hablar de este tema.
La frustración del “no”
Para ser sincera yo no he contado las veces que le digo “no” a Adriana a lo largo del día porque me da vértigo nada más pensarlo. Y eso que me esfuerzo por no decirlo, por evitar las negaciones, tal vez por eso soy más consciente de las veces que se me escapa y me aterroriza la idea de contarlas. Sabiendo ya las que son de promedio, me da más vértigo aún y esta vez es por la responsabilidad que tengo con mi hija. Cuando pienso en cuando mi jefe me decía no a una propuesta, cuando alguien de mi familia o mis amistades me dicen no, cuando mi pareja me dice que no a algo… recuerdo lo mal que me sienta. Y el caso es que tal vez de esos podemos recibir dos o tres al día, el día que más, y ya te quedas con un desaliento metido en el cuerpo del que te cuesta mucho recuperarte, porque sientes que te están coartando, que están limitando tu creatividad, que no te apoyan…
Así que imagina la cantidad de veces que le dices a tus hijos “no”. ¡Debe de ser tan frustrante para ellos! Me aterra el pensar cómo le hago sentir con mis noes continuos a Adriana. Y eso que tengo cuidado porque procuro dejarle espacio y autonomía, porque me gusta pensar que le doy cierta libertad (que no libertinaje), que soy respetuosa con su desarrollo… Qué ilusa… cuando me doy cuenta de cada “no” que se me escapa, es como si sintiera un pellizco en el estómago, y no de los de las mariposas revoloteando, uno de los que duelen. Por eso a partir de ahora voy a hacer un esfuerzo aún mayor por reducir ese número de negaciones que le transmito.
¿Y qué pasa con los límites?
Es probable que estés pensando que a los niños hay que ponerles límites. Cierto, muy cierto. Además, es que los necesitan porque los límites les aportan seguridad. Ahora bien, los límites no tienen que ser siempre un no, también pueden estar en una frase positiva. Lo podemos ver con algunos ejemplos.
Negativo | Positivo |
No corras | Ve despacio |
No toques eso | Deja eso, está sucio |
No grites | Habla flojito, los gritos molestan |
No te subas ahí | Baja de ahí |
No abras ese armario | Cierra el armario, deja esa puerta cerrada |
No lo cojas | Déjalo |
No le quites el juguete a Menganito | Ese juguete lo tiene Menganito, cuando termine con él podrás jugar tú. Puedes jugar con éste. |
Si a estas frases le añadimos el por favor, mejor que mejor, así aprenderán también a pedir las cosas por favor de forma más natural. No hay nada como el ejemplo 😉
Como ves es fácil traducir el no, lo que es difícil es traducirlo en el momento. Requiere de entrenamiento porque el “no” es una palabra que nos sale automática. Es lo que hemos aprendido y tenemos tan interiorizado que lo decimos sin darnos cuenta.
Daos un descanso
Algunas veces, es mejor cerrar una puerta, subir un objeto en alto, esconder algo que no queremos que toquen, poner un pestillo en un armario o un cierre de seguridad en un cajón, antes que decir diez veces seguidas que no. Es un desgaste para ti y un desgaste para tu criatura. También hay veces en las que podemos ceder un poco, no te voy a decir que le abras el frigo y le digas qué quiere merendar, porque lo más probable es que no sepan ni responderte, pero si le ofreces plátano y te pide pera, ¿qué más te da darle pera? ¿O cuando tu amiga venga de visita y te pida una cerveza le vas a decir que no, que mejor se tome un vino, no vaya a ser que se tome demasiadas confianzas en tu casa y acabe decidiendo por ti las cuestiones importantes de tu vida?
Más de una vez he escuchado que un niño no puede salirse siempre con la suya… claro, ¿pero cuántas veces al cabo del día “se sale con la suya”? Además de que la educación no es una lucha de poder, ¿cuántas veces se les permite decidir? ¿No es mejor dejarles decidir en aspectos triviales o menos importantes y que vayan aprendiendo a tomar decisiones? ¿O es mejor que aprendan simplemente a que tienen que aceptar todo tal y cómo les viene? Yo creo que si queremos que las futuras generaciones piensen y decidan por sí mismas (ahora que quieren quitar hasta la filosofía de los institutos), no será mejor tratar a los niños como los futuros adultos que serán?
Date y dale un descanso, aunque sea de algunos “noes” al día, seguro que te lo agradecerá, y de paso…. piénsatelo antes de decirle no a cualquiera de tus seres cercanos ;). Y si te ha gustado esta entrada, dale un «Me gusta» o compártela en tu red social favorita, así sabremos qué temas te gustan y acertar en los próximos. ¡Gracias por escucharme y hasta la próxima pequereflexión!