El miedo en los niños
Es curioso como cosas que nunca antes nos habían dado miedo, de repente, de un día para otro, se convierten en archienemigos terroríficos capaces de trastornar nuestra rutina de una forma cuanto menos curiosa…
Érase una vez una niña que no temía a nada. Que dormía a oscuras con la puerta cerrada. Nada de lucecitas ni de puertas entreabiertas. Un buen día, algo desconocido llamado miedo se coló por el pasillo que lleva a su habitación. No parecía haber un motivo concreto, quizá cuanto más grande es el mundo, cuanto más conoce de él, cuanto más se abre el círculo que la rodea, más cosas temibles se cuelan por los resquicios. No sé, pero lo cierto es que ahora tenemos miedo. De momento a algo informe, inconcreto y terrorífico que se llama desconocido, que se llama oscuridad.
Ahora dormimos con la puerta completamente abierta y la luz encendida del pasillo. No hay problema. Por nosotros no hay problema, y parece que ella no necesita mucho más tampoco, que contra eso no hay miedo que valga. Pero no deja de ser curiosa la forma en que el miedo se hace un hueco en nuestras vidas y altera nuestras rutinas.
¿Qué podemos hacer ante el miedo?
Ante todo, empatiza.
¿Quién no ha sentido miedo alguna vez en la vida? ¿Quién no recuerda esos miedos infantiles que nos helaban la sangre? ¿Los recuerdas? Yo por lo menos sí. Recuerdo el sonido de mi respiración bajo la manta cuando oía que mis padres ya se habían ido a dormir. El terror inmenso que sentía al enfrentarme al pasillo nocturno cuando de repente, en la noche, sentía unas imparables necesidades fisiológicas. Recuerdo correr por el pasillo como alma que lleva al diablo conteniendo la respiración. Y recuerdo lo mal que lo pasaba y lo reales que eran esos miedos. Por ello no puedo menospreciar el miedo de un niño. Si creyeras firmemente que alguien está intentando entrar en casa, ¿No sentirías terror?, ¿No sientes miedo ante una calle oscura y solitaria en plena noche?, ¿No miras por todas partes cuando te encuentras en algún parking solitario y desconocido?, ¿Es más real tu miedo que el de tu hijo?
Compréndelo
Ya sabes lo que es el miedo, lo mal que se pasa, porque seguro que tú también pasas miedo en muchas situaciones. Imagina si encima te costara discernir lo real de lo ficticio. Imagina, si en tu cabeza caben reyes magos, hadas o unicornios, ¿Cómo no van a caber monstruos o tiburones que viven fuera del agua?. Terrorífico, ¿No?
Conversa con él o ella
Hazle saber que estás a su lado, que lo entiendes, que tú también tuviste miedo cuando tenías su edad y con el tiempo lo superaste igual que poco a poco lo hará él o ella también. Deja que se exprese, que explique qué es lo que lo asusta y por qué, y pregúntale si puedes hacer algo para que se sienta mejor.
No utilices sus miedos
Ni se te ocurra amenazarle con frases tipo “si no me haces caso vendrá el coco/hombre del saco/etcétera y se te llevará/te comerá”. A parte de ser muy cruel, puedes crear una fobia de un simple miedo pasajero.
No los menosprecies o los ningunees
No te rías de sus miedos o les quites importancia, sólo conseguirás hacerle sentir absurdo y dañarás su autoestima. Todo lo que para ellos es crucial o importante debe tratarse con máximo cuidado y respeto.
No los expongas a cosas que les pueden asustar
Con esto merefiero a que si les pones televisión vean programas adecuados a su edad, que si escoges libros para que los ojeen, sepas que son aptos para ellos, que no dejes las noticias con los muertos de la guerra de Síria en la pantalla. Quizá tú estés inmunizado ante el miedo y el horror, pero ellos no, y tampoco deberían estarlo.
El miedo es un sentimiento ancestral y universal que nos ha ayudado a lo largo de toda la evolución alertándonos de peligros y poniéndonos a salvo. Es algo tan inherente al ser humano como el respirar, igual de natural, instintivo, y necesario, así que deberíamos tratarlo con igual naturalidad y respeto, y más que combatirlo, quizá deberíamos aprender a vivir con él, ¿No crees? Nunca se sabe cuándo lo vamos a necesitar 😉