Cuando llega un bebé a una casa, son muchas las novedades y se producen enormes cambios. Eso lo sabemos todos los que hemos pasado por ahí y creen saberlo los que aún no lo han vivido (lo digo por experiencia). Crees que te lo imaginas, pero no. No es así. No te lo imaginas. Tal vez, dejando aparte emociones y todo lo que aporta un bebé, que es mucho (pero no es el tema de hoy) lo más acusado es la pérdida de tiempo. Esto es algo que tienen muchos nuevos padres y madres en común: falta de tiempo. Cuando estaba embarazada pensaba, cuando nazca Adriana haré esto o aquello. Creía que los bebés dormían mucho (eso me habían dicho) y que ese tiempo sería “para mí”. ¡Qué ilusa! ¡Si había días que llegaban las nueve de la noche y no había ni podido llegar a la ducha!
¿Dónde se fue mi tiempo?
Esto al principio era algo que me angustiaba. Yo siempre he sido muy activa, con un montón de ideas creativas en la cabeza para plasmar con la fotografía, la pintura o la escritura y una lectora compulsiva… Así que verme de un día para otro sin poder hacer nada de esto me trastocó un poco. Por un lado me sentía muy feliz con mi bebé y por otro me agobiaba tremendamente no poder tener ni cinco minutos para mí, para mis pasatiempos, para arreglarme un poco (con quitarme el pijama y peinarme me bastaba 😉 ), o escribir.
Me agobiaba la idea de que hubiera perdido para siempre esa parte de mí. Por mucho que me gustara ser madre, también era persona, con mis propios intereses y necesidades y comenzaba a frustrarme. Hasta que un día me cambió el chip. No sé qué leí, o qué escuché, el caso es que todo se reordenó en mi cabeza en algún momento de lucidez y me di cuenta.
La importancia relativa del tiempo
Durante muchos años había querido ser madre, pero lo que nos pasa a todos, que nunca es un buen momento… Así que había tenido mucho tiempo para mí. Sin embargo, ahora tenía a mi bebé, lo que tanto había deseado y era el momento de dedicarle todo el tiempo que necesitara y dedicarme a mí ese tiempo con ella, a disfrutar de ella, a aprender con ella, a compartir sus logros, sus experiencias. No era el momento de leer, escribir la segunda novela, hacer manualidades, viajar o ir al cine. Era el momento de ser madre, de algo que también me gustaba y deseaba. ¿Por qué no disfrutarlo? Adriana crecía, las semanas pasaban veloces y ese “tiempo” jamás volvería. Me di cuenta que algún día dejará de necesitarme tanto y volveré a tener todo el tiempo del mundo para mí. Que dentro de unos años podré leer todos los libros que quiera, pero no podré jugar con ella en la cama a hacerle pedorretas o cosquillas, podré escribir, pero no podré verla descubrir los rayos de sol, ni acunarla entre mis brazos.
El tiempo es efímero, su niñez aún más, tu tiempo, su tiempo, vuestro tiempo, aprovechadlo. Ya habrá tiempo de tomar cañas con amigos o ir al cine, cuando tu bebé sea mayor, cuando ya no te necesite y te arrepientas de no haber pasado más “tiempo” jugando juntos.
Es así, pero sufrimos mucho tratando de entenderlo. Sufrimos porque le damos crédito a otras tantas cosas, menos a nuestro instinto materno, a eso que nos grita a viva voz que lo correcto es estar al lado de ese pequeño bebé que llena cada espacio (incluso aquellos que ignorabamos), eso que nos hace sentir superespeciales y nos convierte en superheroinas con tal de garantizar la seguridad y bienestar de esos amados seres. Está escrito en los genes, lleva todo el tiempo de evolución que tenemos escribiéndose y perfeccionándose y nos creemos que por consejos aprendidos desde ayer, lo que hoy en día dicen algunos pediatras, psicologos, amigos, padres, esposos: que se tiene tiempo para todo!!! cuanta illusion!!!, no hay nada más cierto que nuestro instinto, nada más cierto que el reclamo de atención de un bebé, al fin y al cabo es cómo hemos sobrevivido, cuidando de los más indefensos para que logren avanzar el próximo paso. Así es como construimos humanidad. Y eso requiere mucho amor, tiempo y sacrificio.
Cuánta razón, Miriam, estamos en una sociedad muy «deshumanizada». Ya no sentimos, pensamos. No actuamos en función de nuestro instinto, sino de los libros escritos por la opinión de unos pocos. Necesitamos más conexión con nosotros mismos y con nuestras criaturas. Un saludo y muchas gracias por tu precioso aporte.