Hay momentos que quedan grabados a fuego en las retinas de aquellos que tenemos la suerte de vivirlos. Cada época de nuestras vidas tiene alguno de esos grandes momentos, pero me atrevo a decir que con niños, esos grandes momentos del pasado se convierten en GRANDES MOMENTOS, así, en mayúsculas, y subiendo decibelios. Quizá es porque los niños desatan un amor en nosotros digno de las grandes historias de amor pero multiplicado por cien. Shakespeare parece una historieta costumbrista a nuestro lado de madres y padres perdidamente enamorados 😉
Uno de esos grandes momentos para mí fue cuando mi hija mayor me dijo T’estimo (Te quiero) con todo su significado. En casa siempre se lo hemos dicho, desde que no era más que una bolita suave, pelona y llorona, hasta hoy, una auténtica princesa guerrera de pelo rizado al más puro estilo de la película Brave 😉 . Porque decir te quiero es maravilloso; Es maravilloso poder decir te quiero a alguien que quieres tanto. Poder decirlo todos los días, acompañado de un abrazo o una mirada bien profunda para que las palabras no se escapen, para que se adentren directamente a través de los ojos hasta el cerebro. Pero es aún más increíble cuando después de todo el esfuerzo por explicar un sentimiento tan complicado te das cuenta de que al final de sus ojos se ha encendido una lucecita de comprensión profunda de las palabras. Cuando te das cuenta de que lo dice con todo su significado, de que lo siente y lo comprende con la misma intensidad que tú. Ese momento quita el aliento y hace que toda tu vida pase por delante de tus ojos 😉 . En ese momento buscas algún interruptor cercano que diga «detener el tiempo», coges aire y deseas no olvidar nunca ese instante.
Porque que te quieran así, tan incondicionalmente quita el aliento, fascina y a la vez a terra (¿Me lo merezco? ¿Estoy a la altura de ese sentimiento?) pero sobre todo, porque la importancia de que tus hijos se sientan queridos va más allá de cualquier otro aspecto de su educación. Va más allá de cualquier decisión, de qué colegio escoger, qué juguetes comprar, si de madera, si Montessori, de si alimentarlos con papilla o darles trocitos (led weaning). Porque pienso que lo único que es estrictamente obligatorio para criar a un hijo es quererlo y que se sienta querido. El resto siempre va del número 2 en adelante, cada uno con sus prioridades. Y para que alguien se sienta querido, no vale con hacerlo ver, también hay que decirlo. Aunque pienses que lo sabe de sobras, dilo. Aprovecha y dilo todos los días, todas las noches, cuando le leas el cuento de antes de ir a dormir, cuando se caiga, cuando esté enfadado, siempre que te apetezca. Sentirse queridos les hace sentirse protegidos, refuerza su autoestima, les ayuda a expresar sus emociones y por lo tanto, les enseña inteligencia emocional, empatía y comprensión.
Así que por favor, no des nada por hecho, no esperes a mañana, no pienses que ya lo sabe. Dilo, siempre que quieras, dilo de verdad, sin venir a cuento, y tantas veces como quieras. Un te quiero expresado con alma nunca cansa, ni es exagerado, ni pierde el sentido.
Cuida tus pensamientos, porque se convertirán en tus palabras. Cuida tus palabras, porque se convertirán en tus actos. Cuida tus actos, porque convertirán en tus hábitos. Cuida tus hábitos, porque se convertirán en tu destino. Mahatma Gandhi
Me ha conmovido extraordinariamente este texto. Perdemos mucho por olvidar expresar nuestros sentimientos, especialmente con los niños. Hay un tabú ancestral a no decir «te quiero» aunque interiormente nuestro corazón lo demuestre con hechos. Éstos son pruebas de dedicación y cuidados, pero un niño no los entiende como tal. En este caso dos palabras valen más para él que muchas horas de atención.
Gracias por comentar Alicia. Como bien dices, hay que demostrarlo con hechos, pero también con palabras. Entre nosotros y nuestros [email protected], cuantos menos tabúes mejor 🙂