Creo que después de no dormir, y siempre que no haya problemas mayores, la siguiente preocupación que nos lleva a todos los padres y madres de cabeza, es la comida. Seguro que es un tema que personalmente te llevó de cabeza a ti también cuando eras pequeño. ¿No había alguna comida que odiabas con toda el alma y con la que sólo olerla tenías ganas de esconderte debajo de la mesa hasta el día siguiente? ¿Eres de los que tenían acelgas para cenar, y si no para desayunar, y si no para comer? ¿Eres de los que la comida se te atragantaba y se convertía en un auténtico suplicio? ¿O tuviste la suerte de ser ese extraño 1% de niños al que les gusta todo en todas las fases de su vida?
Probablemente eres de los primeros, ¿Me equivoco? Ahora bien, sea como fuere que tus padres encararan tu alimentación, ¿Te has planteado cómo hacerlo tú mismo con tus hijos?
Sin presión
A pesar de que pueda llevarte de cabeza que tu hijo no coma según qué alimentos, a pesar de que creas que es cuestión de vida o muerte que esto sea así, lo cierto es que no pasa nada. No pasa nada si a tu hijo no le gustan las acelgas. Puede comer otras verduras. No pasa nada si prefiere el pollo al pescado o los espaguetis al brócoli. Es normal. Cuando hablamos de “menú infantil” es por algo, es natural en los niños que les gusten más unos alimentos que otros, e incluso es normal que alimentos que en su momento les chiflaban, de un día para otro dejen de interesarles lo más mínimo.
Te pondré un ejemplo personal. Mi hija mayor aprendió a decir Papá, Mamá y su tercera palabra fue “Carne” 🙂 Porque le chiflaba la carne en todas sus presentaciones. Hoy en día la llamamos en secreto la vegana. Un buen día se cruzó y dijo que no comía más carne. Creo que el comedor escolar no nos ayudó en este sentido, pero eso es otro tema. Al principio casi nos da un ataque de pánico 😉 Pero después de hiperventilar un rato (o una temporada) asumimos que la cosa iba en serio y tuvimos que ceder. Así que ella ahora come muy poca carne. Y lo cierto es que sigue sana y esbelta y llena de energía igual que cuando lo hacía.
Es más, después de recibir un NO rotundo una temporada, una vez todo el mundo a su alrededor estuvo avisado de que no debían presionarla con la carne, poco a poco, empezó a comer otra vez.
Comer en compañía
La comida es un acto social que debe ser agradable, un momento en el que compartir tiempo y espacio pasando un buen rato. Acabar en bronca cada día porque toca brócoli o carne o cualquier cosa a la que tu hijo se niegue a comer, lo único que hará es que el momento de la comida se convierta en un auténtico drama ya antes de empezar. Si los niños lo asocian a un momento agradable, sin presiones, donde todo fluye y la conversación no se centra en las regañinas típicas de la hora de comer, mucho mejor. Aunque cueste, se puede 😉
Dar ejemplo
Digamos que si tú no haces una dieta sana y variada, tus hijos tampoco la van a hacer por mucho que les fuerces a tragarse las lentejas, la lechuga o el tomate. Incluso si ellos se niegan a comerse su lechuga hoy, es probable que a base de verte a ti, lo hagan mañana o pasado mañana o el año que viene.
Dejar que investiguen
Déjales investigar y probar las diferentes texturas cuando son pequeños, deja que metan las manos en la comida y se hagan un cuadro en la cara con el puré o la salsa de tomate o lo que sea que estén comiendo. Comer es mucho más que tragar, es todo un mundo nuevo de sensaciones en el tacto, la vista y el gusto.
Las reticencias a lo nuevo
Dicen que es instintivo rechazar los alimentos nuevos, ya que así evitaban nuestros ancestros el envenenamiento 🙂 Y no vamos a cambiar en unos pocos años muchísimos años de evolución por mucho que nos lo propongamos, ¿Verdad?
Raciones lógicas y cuando digan basta, basta
Creo que deberían darnos un molde de su estómago para que seamos conscientes de lo pequeño que es. Ellos saben mejor que tú cuando están llenos, aunque a ti te parezca que es poco. ¿Verdad que nadie decide por ti cuánto debes comer ni cuándo estás lleno y nadie te obliga a comerte un plato de proporciones inhumanas?
Mucho sentido común
Y en general y como siempre, mucho sentido común. Ningún niño va a morir de hambre por una simple manía o por muchas que tengan. No es cierto que los niños no coman nada, los niños comen, aunque no sea lo que a ti te apetece que coman. ¿De verdad crees que si tiene hambre no comerá? Cuanto menos presionados se sientan a la hora de comer, mejores resultados tendrás. Ofréceles variedad, tolerancia, y buen humor, y la comida no será un problema 😉